ESCUDO

PREHISTORIA

Durante la conquista del Tolima por los españoles, se desarrollo al norte del departamento, un violento drama de sangre y fue entre una población de indígenas de origen caribe, como los pijaos del sur, y tan altivos e indomables como ellos, Eran los Güalíes y los palenques, de la gran nación pantágora. “palenque” no es palabra que corresponda tribu familiar, más bien con ella se ha designado genéricamente a los pantagoras que Vivían en la vasta región comprendida entre el río güalí y el de la miel. Viene esta designación circunstancial del hecho de que estos guerreros vivían en cercados o ¨ palenques que eran fortalezas construidas de madera, en especial de sitios concéntricos, en alguna de las cuales cabrían hasta cuatro mil personas. Los palenques ocupaban los territorios pertenecientes actualmente a los municipios de Fresno, Victoria, La Dorada, Samaná, Marquetalia, Pensilvania, Manzanares y Marulanda. Hay quienes afirman que a esta nación pertenecían los indios Amaníes, los Zamanaes y los que vivían en las hoyas del Porce y del Nechí.

Poderosos, bravos e indómitos eran los palenques, tenían todas las características raciales de los pijaos y como éstos, ascendencia caribe, poseían el hábito de deformarse el cráneo para hacerse plana la frente, lo que conseguían aplicando a los niños recién nacidos un sistema de tablillas que le presionaba los huesos hasta donde lo creyeran necesario. La mayor parte se cortaban el pelo a la altura de los hombros, otros, al rape y los considerados como los más valientes y esforzados guerreros se hacían corona como los frailes, Estos eran los, “coropados” con excepción de la tribu de los Amaníes, no eran antropófagos los palenques, sobre esto de la antropofagia, de que se acusa con tanta acerba a la mayor parte de las tribus indígenas que poblaban el Tolima, censurándoles esa costumbre como un vicio abyecto, como una degeneración como el brote del instinto bestial, se ha escrito mucho, pero no se ha discutido nada. Sin embargo, seria difícil establecer que la antropofagia, a través de las edades, no ha sido vicio, sino una necesidad circunstancial impuesta al hombre por el medio de sus condiciones de vida. Que ha desaparecido espontáneamente en cuanto al ambiente vital se modifica y tales circunstancias desaparecen. En tanto, que los vicios no se desarraigan fácilmente. No ha habido campañas organizadas contra el canibalismo, como si existe contra el alcohol, los estupefacientes y el tabaco que son puros vicios de gente civilizadas. El hecho tiránico es que el hombre hecho de carne, necesita comer carne, por ordenación ineludible de la naturaleza, para restaurar el desgaste. No se ha registrado el hecho de que el hombre deje de sacrificar una res por sacrificar otro hombre y llevar a su olla.


Como los pijaos, los palenques eran agricultores. De ellos no se desprende que dispusieran de permanente hacienda agrícola, la agricultura cuando fue adoptada por el hombre como profesión, lo obligo a arraigarse en determinadas regiones que fueron las bases de las primeras civilizaciones, los palenques no eran sedentarios. Vivían con el arco en el brazo. Sus huertas hacían parte de su estrategia. Cambiaban de sitio según las necesidades de las guerras. Pero tenían conocimiento agrícola y cultivaban diversidad de frutos. Su base de nutrición era el maíz, que elaborado en tortas (arepas) cargaban en sus morrales. Algunas de las regiones comarcanas a la patria de los palenques, densamente pobladas actualmente de la gran fortaleza para la faena diaria, deben a ellos, con la afluencia de su sangre, el gusto por el maíz y su energía. Producían yuca, ahuyamas, papayas, legumbres, consumían frutas, palmito, y, como tenían cierto refinamiento de paladar, conservaban al humo ciertas piezas de cacería que eran bocados predilectos en ceremonias y festivales. Del maíz y de las palmas reales sacaban sus licores que consumían copiosamente. Al humo conservaban también el pescado que adobaban con ají y con las aguas de las fuentes salinas. Su contextura era recia .De poderosos músculos. Estos hombres fueron defensores celosos de sus tierras y de su libertad. Eran expertos en el arte de la guerra. Encerrados en sus palenques eran invulnerables a los ataque de otras tribus indígenas y, en muchas ocasiones, los usaron con éxito en las acometidas de los conquistadores. Como los pijaos, se defendían de caballería española acabando grandes fosos, estacados en el fondo, que cubrían con débiles maderas y delgada capa de tierra. En las vereditas de la montaña montaban trampas, de fuertes y pesados maderos, para cazar infantes españoles, como si fuesen piezas de monte. Eran grandes los arcos de disparar sus flechas, envenenadas con jugos de plantas y con la ponzoña de algunos animales, al cinto llevaban hachas de piedra y largas lanzas de macana al hombro. El abrupto medio en que vivían contribuyo a dar a los palenques la necesaria fortaleza para superarlo. Eran los más aguerridos, los más dominadores, los más bravos y ágiles de la región.